El desperdicio de alimentos

Según estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) aproximadamente un tercio de los alimentos del mundo, unos 1300 millones de toneladas, se pierden o desperdician cada año, con el consiguiente impacto social, ambiental y económico.

INDICE DE CONTENIDOS.

 

Efectos de la pérdida y desperdicio de alimentos.

La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de la ONU recoge un total de 17 objetivos de desarrollo sostenible, estando relacionado el objetivo 12 con la producción y consumo responsables. Dentro de este objetivo, se define la meta 12.3 que establece el compromiso para 2030 de reducir el desperdicio de alimentos per cápita mundial en la venta al por menor y a nivel de las personas consumidoras, y reducir las pérdidas de alimentos en las cadenas de producción, incluidas las pérdidas posteriores a la cosecha. En este sentido, de acuerdo a la FAO

  • Las pérdidas de los alimentos se refieren a los alimentos que se pierden o estropean a lo largo de la cadena de suministro desde la cosecha, sacrificio, captura, hasta el nivel minorista (sin incluirlo).
  • El desperdicio de los alimentos se refiere a la reducción de la calidad o cantidad de los mismos debida a los establecimientos minoristas y a las personas consumidoras. Se trata de cuestiones como:
  1. Productos frescos que no se consideran “óptimos” por presentar forma extraña, tamaño y colores diferentes, etc.
  2. Descarte por superar o encontrarse cerca de su fecha de consumo preferente o que la hayan superado.
  3. Alimentos que no se utilizan o que sobran en los restaurantes o en los hogares de las personas consumidoras.

La consecución de un mundo con hambre cero pasa por reducir estas pérdidas y desperdicios de alimentos. Con ello, se alcanzaría el objetivo 2 (hambre cero) y objetivo 12 (consumo y producción sostenibles) de la Agenda 2030.

Los efectos más inmediatos de la pérdida y desperdicio alimentario son: sociales (influyen en que muchas personas en el mundo pasen hambre), ambientales (provocan un aumento en las emisiones de los gases de efecto invernadero, aumento en los consumos de agua e insostenibilidad de la agricultura y ganadería, entre otros aspectos), así como económicos.

En consonancia con lo anterior, y con la necesidad de implantar una economía circular, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación presentó en 2013 la Estrategia “Más alimento, menos desperdicio”, un programa para la reducción de las pérdidas y el desperdicio alimentario y la valorización de los alimentos desechados, a través del que se implica a todos los sectores de la sociedad en la contribución a la reducción del desperdicio de alimentos, ya que esta situación se produce en todos los eslabones de la cadena alimentaria (en el campo, en las industrias transformadoras y distribuidoras, en las escuelas, en los establecimientos minoristas, en los restaurantes y en los hogares). 

 

Lo que se puede hacer para evitar las pérdidas y desperdicios de alimentos.

Los orígenes de los productos alimenticios son la agricultura, la ganadería y la pesca. Tales alimentos, tras ser producidos, sufren una mayor o menor transformación que los hace óptimos para ser comercializados, pasan a la fase de distribución a los comercios y, finalmente, llegan a las personas consumidoras. Desde la transformación hasta el consumo de los alimentos se pueden establecer medidas para intentar reducir su pérdida y desperdicio.

La web “más Alimento, menos desperdicio”, del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, identifica una serie de participantes que han de colaborar para conseguir esta meta, entre otros: las personas consumidoras y los centros educativos, la industria transformadora de los alimentos, las empresas que distribuyen los alimentos y los establecimientos de restauración:

Las personas consumidoras.

Es en los hogares donde se produce un mayor desperdicio de alimentos. Es muy importante, por lo tanto, que las personas consumidoras tomen conciencia de las consecuencias medioambientales, sociales y económicas que tiene desperdiciar la comida. El Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación dispone de una Guía Práctica para el consumidor: cómo reducir el desperdicio alimentario. Se pueden adoptar una serie de pautas de conducta para lograr la minimización de tales desperdicios alimentarios, entre las cuales destacan:

  • Planificar el menú semanal evitando las improvisaciones.
  • Acudir al mercado con una lista de la compra de los productos alimenticios que realmente se necesiten.
  • Tratar de acudir al establecimiento con mayor frecuencia haciendo pequeñas compras en lugar de pocas veces haciendo compras masivas.
  • Para hacer una compra adecuada, revisar regularmente la despensa, la nevera y el congelador para comprobar los productos que empiezan a escasear y de los cuales se tienen existencias.
  • Apostar por productos procedentes de comercio de proximidad y productos de temporada, así como los que tengan canales cortos de comercialización (pocas entidades intermediarias entre el lugar de producción y el sitio donde se comercian).
  • Acostumbrarse a leer las etiquetas de los productos alimenticios ya que esta es la fuente de información primordial sobre los mismos, considerando de manera especial sus fechas de caducidad y de consumo preferente. No hay que confundir ambas fechas:
  1. La fecha de caducidad indica la fecha a partir de la cual un alimento no se podrá consumir.
  2. La fecha de consumo preferente indica la fecha a partir de la cual un alimento, que puede seguir siendo comestible, disminuye su calidad por variar alguna de sus propiedades (sabor, olor, textura, etc.).
  • Consultar las condiciones de mantenimiento y de elaboración de los productos alimenticios.
  • Elegir productos preferentemente a granel evitando, en la medida de lo posible, los envasados.
  • Optimizar la distribución de los alimentos en la nevera:
  1. Los alimentos crudos, que necesitan más frío, como las carnes y pescados deben ir en la zona de la nevera más cercana al congelador.
  2. La zona de la nevera más alejada del congelador podría ser ocupada por los productos lácteos y huevos.
  3. La zona restante puede ir ocupada por alimentos que se hayan cocinado, así como por productos que estén listos para el consumo.
  4. Los cajones presentes en la nevera van destinados a introducir las frutas y las verduras y hortalizas.
  5. Mantener las sobras guardadas en envases o recipientes que cierren de manera hermética.
  6. Limpiar periódicamente la nevera y el congelador para que no proliferen gérmenes.
  • Conservar adecuadamente los alimentos para evitar que se echen a perder prematuramente, por ejemplo utilizando: botes de cristal con tapa hermética, fiambreras, envasado al vacío, film transparente, papel de aluminio, etc.
  • Al cocinar, y para evitar que haya comida que no se aproveche, preparar las raciones adecuadas.
  • A la hora de descongelar un producto, hacerlo siempre dentro de la nevera y descongelar solo la parte del mismo que vaya a ser consumida.
  • Si sobra comida pedida en un restaurante, solicitar que se facilite un envase para llevarse lo que haya sobrado.
  • Existen aplicaciones de teléfonos móviles que informan sobre establecimientos que ponen comida que va sobrar a precios atractivos.

En los centros educativos.

Las guarderías, escuelas y colegios son  centros ideales para la sensibilización de niños y niñas desde tempranas edades de cara a la reducción del desperdicio de los alimentos y de la alimentación responsable y saludable. Esto se puede conseguir en el propio aula, en el comedor, en el centro educativo en general, así como a través de la concienciación e implicación de padres y madres. El Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación dispone de una Guía Práctica para reducir el desperdicio alimentario en centros educativos.

En las industrias transformadoras.

Son varias las causas destacadas que hacen que en la industria transformadora de los alimentos se produzca su pérdida, algunas de las cuales están relacionadas con: errores en el etiquetado, incorrectos controles de stock, daños en los embalajes y envases que hacen que se impida la venta aun estando el alimento en buen estado, etc. Las entidades transformadoras de productos alimenticios, pueden adoptar unas pautas de conducta para reducir las pérdidas de alimentos, entre las que se destacan:

  • Asegurarse de que los alimentos estén en condiciones óptimas higiénico-sanitarias durante todo el proceso de transformación (manipulación, almacén, transporte, etc.).
  • Almacenar los alimentos por grupos de productos, así como garantizar la correcta trazabilidad de los diferentes lotes, optando por envases y embalajes que aseguren una óptima conservación.
  • Adaptar las cantidades y raciones a las necesidades reales de las personas consumidoras.
  • Garantizar que en la etiqueta estén presentes, de manera clara, la información sobre la conservación y la correcta preparación de los alimentos. Asimismo, la etiqueta debe ser clara y de fácil interpretación.
  • Apostar por productos que sean de temporada y de proximidad, utilizando los denominados canales cortos de comercio (aquellos en los que se reducen el número de entidades intermediarias entre la producción del alimento y la persona que lo consume).
  • Tener una adecuada formación del personal al servicio de estas empresas.
  • Adoptar una comunicación adecuada con las entidades distribuidoras y proveedoras de los productos alimenticios transformados. De este modo se conseguirá un ajuste óptimo entre lo ofertado y lo demandado.
  • Valorar la donación de productos alimenticios a bancos de alimentos u otras entidades benéficas.

En las empresas distribuidoras.

Una vez que los productos alimenticios han sido transformados, llega el momento de su distribución a los comercios o empresas que los comercializan. Por regla general, las mayores pérdidas de alimentos se generan en el transporte y durante la manipulación en esta fase de distribución. El Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación dispone de una Guía Práctica para reducir el desperdicio alimentario en el comercio minorista sector de frutas y hortalizas. Las empresas distribuidoras de productos alimenticios, pueden adoptar unas pautas de conducta para reducir la pérdida de alimentos, entre las que destacan:

  • Asegurarse de que los alimentos estén en condiciones óptimas higiénico-sanitarias durante todo el proceso de transformación (manipulación, almacén, transporte, etc.).
  • Garantizar la correcta trazabilidad de los diferentes lotes.
  • Tener una adecuada formación del personal al servicio de estas empresas.
  • Adoptar una comunicación adecuada con la clientela de estas empresas distribuidoras de productos alimenticios. De este modo se conseguirá un ajuste óptimo entre lo ofertado y lo demandado.
  • Apostar por productos que sean de temporada y de proximidad, utilizando los denominados canales cortos de comercio.
  • Tener en cuenta las necesidades de las personas consumidoras en cuanto a los formatos de compra.
  • Un exceso en la oferta de productos puede evitar que estos roten adecuadamente ya que las personas consumidoras tenderán a elegir productos con fechas de caducidad y de consumo preferente más lejanas, y se fomentará que productos con fechas más cercanas en el tiempo acaben siendo desperdiciados. A estos efectos, pueden hacerse promociones o descuentos con productos que tengan una vida útil corta o que presenten una fecha de consumo preferente o de caducidad inminente.
  • Ofrecer a las personas compradoras información sobre el correcto mantenimiento, manipulación y elaboración de los productos alimenticios, así como sobre las etiquetas que los acompañan y su interpretación.
  • Hacer un correcto reciclado de los productos que no se puedan aprovechar.
  • Valorar la donación de productos alimenticios a bancos de alimentos u otras entidades benéficas.

En los establecimientos de restauración.

En los establecimientos de restauración los dos focos principales en los que se producen desperdicios de alimentos son las propias cocinas y la zona destinada al consumo de la clientela. El Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación dispone de una Guía Práctica para reducir el desperdicio alimentario en la restauración. Las empresas de restauración, pueden adoptar unas pautas de conducta para reducir los desperdicios de alimentos, entre las que destacan:

  • Asegurarse de que los alimentos estén en condiciones óptimas higiénico-sanitarias durante todo el proceso de transformación (manipulación, almacén, transporte, etc.).
  • Apostar por productos que sean de temporada y de proximidad, utilizando los denominados canales cortos de comercio.
  • Tener una adecuada formación del personal al servicio de estos establecimientos.
  • Considerar diferentes métodos de conservación como encurtidos, conservas, productos congelados, salazones etc., que hagan que los productos se conserven por mayor tiempo.
  • Para evitar que los productos puedan estropearse una vez abiertos los envases, considerar formatos y tamaños adecuados de los mismos. En este sentido, es importante tener un correcto control de los diferentes stocks existentes en el establecimiento. Asimismo, es aconsejable que se elaboren de manera adecuada los pedidos y compras de los productos de acuerdo con las existencias y demandas esperadas de los mismos
  • Atender bien al contenido de la etiqueta de los alimentos  y envases, ya que esta es la fuente de información primordial sobre los mismos, considerando de manera especial sus fechas de caducidad y de consumo preferente.
  • Etiquetar las fechas de caducidad y consumo preferente en los productos que sean extraídos de sus envases.
  • Si es posible, se pueden aprovechar excedentes de alimentos para elaborar menús imaginativos y otras opciones que puedan atraer a la clientela.
  • En los casos de que sobre comida a la clientela, ofrecer la posibilidad de que se la lleven a casa.
  • Hacer un correcto reciclado de los productos que no se puedan aprovechar.
  • Valorar la donación de productos alimenticios a bancos de alimentos u otras entidades benéficas. 

 

Algunas medidas con relación a los prevención y reducción de los residuos alimentarios establecidas en la Ley de residuos.

La Ley 7/2022, de 8 de abril, de residuos y suelos contaminados para una economía circular, establece una serie de medidas para la prevención de residuos, entre ellas hay algunas relacionadas con los considerados residuos alimentarios, entendidos como tales aquellos alimentos que se han convertido en residuos.  Dentro de las medidas para prevenir, de manera específica, tales residuos se encuentran las siguientes:

  • La reducción de la generación de los residuos alimentarios en la producción primaria, en la transformación y la fabricación, en la venta minorista y otros tipos de distribución de alimentos, en restaurantes y servicios de comidas, así como en los hogares, de forma que se logre para 2030, respecto a 2030, como contribución a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas:
  1. Una reducción del 50 % de los residuos alimentarios per cápita en el plano de la venta minorista y de las personas consumidoras.
  2. Una reducción del 20 % de las pérdidas de alimentos a lo largo de las cadenas de producción y suministro.

Al objeto de dar cumplimiento a lo anterior, el Programa Estatal de Prevención de Residuos incluirá un apartado específico para la reducción de los residuos alimentarios. Los planes autonómicos también deberán contener un apartado específico sobre reducción de los residuos alimentarios. Las entidades locales podrán establecer medidas que favorezcan la reducción de los residuos alimentarios, en su caso, en colaboración con los establecimientos de restauración.

  • Fomentar la donación de alimentos y otros tipos de redistribución para consumo humano, priorizándolo frente a la alimentación animal y a la transformación en productos no alimenticios.

Al objeto de dar cumplimiento a lo anterior, las empresas de producción primaria, las industrias alimentarias, y las empresas de distribución y de restauración colectiva deberán priorizar por este orden:

  1. La donación de alimentos y otros tipos de redistribución para consumo humano, o la transformación de los productos que no se han vendido pero que siguen siendo aptos para consumo.
  2. La alimentación animal y la fabricación de piensos.
  3. Su uso como subproductos en otra industria.
  4. En última instancia, ya como residuos, al reciclado y, en particular, a la obtención de compost y digerido de máxima calidad para su uso en los suelos, y, cuando esto no sea posible, a la obtención de combustibles
  • Fomentar la reducción de la generación de residuos en el ámbito del comercio mediante la venta de productos a granel, la venta y el empleo de envases o dispositivos reutilizables, entre otros. 
  • Al objeto de reducir el consumo de envases de un solo uso, las Administraciones Públicas fomentarán el consumo de agua potable en sus dependencias y otros espacios públicos, mediante el uso de fuentes en condiciones que garanticen la higiene y la seguridad alimentaria o el uso de envases reutilizables, entre otros, con independencia de que en los centros sanitarios se permita la comercialización en envases de un solo uso.
  • En los establecimientos del sector de la hostelería y restauración se tendrá que ofrecer siempre a las personas consumidoras, clientela o personas usuarias de sus servicios, la posibilidad de consumo de agua no envasada de manera gratuita y complementaria a la oferta del mismo establecimiento.
  • Para promover la prevención de envases de un solo uso, a más tardar el 1 de enero de 2023, los comercios minoristas de alimentación de superficie igual o mayor a 400 metros cuadrados destinarán, al menos el 20 % de su área de ventas a la oferta de productos presentados sin embalaje primario, incluida la venta a granel o mediante envases reutilizables.
  • Todos los establecimientos de alimentación que vendan productos frescos y bebidas, así como alimentos cocinados, deberán aceptar el uso de recipientes reutilizables (bolsas, táperes, botellas, entre otros) adecuados a la naturaleza del producto y debidamente higienizados, siendo las personas consumidoras las responsables de su acondicionamiento. Tales recipientes podrán ser rechazados por la entidad comerciante para el oportuno servicio si están manifiestamente sucios o no son adecuados.

 

Si necesita información en materia de consumo no dude en contactar con nosotros. Le recordamos que estamos a su disposición de forma gratuita a través del número de teléfono 900 21 50 80, del correo electrónico consumoresponde@juntadeandalucia.es, en horario de atención de 8 a 20 horas de lunes a viernes y de 8 a 15 horas los sábados (salvo festivos), así como en nuestros perfiles de redes sociales o a través de esta misma página Web. Y si prefiere un servicio de atención presencial, puede acercarse a alguno de los Servicios Provinciales de Consumo, presentes en todas las capitales de provincia andaluzas.

Asimismo, para ampliar información, puede consultar la página web “Más Alimento, Menos Desperdicio” del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.

Fuente
FAO / Agenda 2030 / Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación / Estrategia "Más Alimento Menos Desperdicio"
Valora el contenido:
0